jueves, 30 de junio de 2011

DECRECIMIENTO SOSTENIBLE

Fuente: Vicente Manzano. 
Si el crecimiento del par genera consecuencias insostenibles. Entonces pensemos en cómo conseguir que el crecimiento pueda sostenerse. Ésta es la lógica del paradigma del crecimiento sostenible. Así, por ejemplo, si la movilidad genera importantes daños medioambientales cuando se hace en coche
privado propulsado por derivados del petróleo, sigamos moviéndonos, pero hagámoslo en autobuses o en tren. Si el consumo creciente de energía se basa en las no renovables, sigamos creciendo en consumo, pero hagámoslo mediante energías renovables, como la solar o la eólica. Con ello se pretende garantizar que podamos crecer durante mucho tiempo, de tal forma que se sostenga nuestro modo de vida en el futuro. En palabras de Lucena (2002:76): “Se entiende como desarrollo sostenible aquel que permite
satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras”.
El decrecimiento sostenible es una filosofía práctica de vida. Se encuentra en consonancia con movimientos de consumo responsable, de vida lenta, de comida lenta, de gasto mínimo, etc. No puede ser impuesto desde cambios en la producción ni mediante legislaciones. Debe ser voluntaria y libremente
asumido por los agentes individuales, como vaticina la teoría (que no la práctica) del mercado y de la democracia. Por ello, el campo de batalla directo no son los pasillos, ni las movilizaciones, ni la acción lobby, sino la mente del consumidor: “El consumidor moderno es físicamente pasivo, pero
mentalmente muy activo. El consumo es más que nunca una experiencia que tiene lugar en la cabeza, un asunto del cerebro y de la mente, en lugar de un simple proceso dirigido a satisfacer necesidades biológicas corporales” (Bocock, 1995:79)

Tenemos pues que decrecer requiere la colaboración de la ciudadanía, pero ésta no se encuentra muy dispuesta a colaborar. En parte fue la ciudadanía la que echó abajo los regímenes comunistas de la Europa del Este. En la versión romántica, lo hizo en la lucha por las libertades. Pero no nos engañemos,
el ansia de consumo tuvo un papel importante (Bocock, 1995). Ahora vamos a pedirle que consuma distinto en un doble sentido: menos en cantidad y de forma responsable, inteligente o sostenible en cualidad.
http://www.cima.org.es/archivos/Areas/ciencias_sociales/2_humanidades.pdf

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