miércoles, 6 de julio de 2011

EL PACTO MUNDIAL: UNA CONCRECIÓN DEL COMPROMISO ÉTICO DE LAS EMPRESAS

"Unamos el poder de los mercados con la autoridad de los valores universales", esta era la máxima que defendía Kofi Annan, anterior Secretario General de Naciones Unidas, cuando lanzó en 1999 en el Foro Económico de Davos la iniciativa internacional del Pacto Mundial o Global Compact.
El objetivo de la misma era el fomento de la ciudadanía corporativa e involucrar especialmente a las empresas en los principales retos sociales y medioambientales a través de un compromiso ético voluntario con diez principios relacionados con la defensa de los Derechos humanos, el respeto de las Normas Laborales, el respeto y cuidado del Medio ambiente y la Lucha Contra la Corrupción.
Desde 1999 más de 8.700 empresas de 150 países diferentes se han adherido a esta iniciativa, de las que 1.125 son españolas. El pasado 20 de junio 51 empresas valencianas dieron un importante paso al adherirse y comprometerse públicamente con el Pacto Mundial, en el transcurso de la jornada organizada en Valencia por la Fundación ÉTNOR y la Asociación Española del Pacto Mundial.
Esto supuso colocar a la Comunidad Valenciana como la tercera comunidad autónoma con más empresas adheridas a esta iniciativa, además de haber sido el acto conjunto en el que más empresas se habían adherido al Pacto Mundial en la corta y potente historia de la Asociación Española del Pacto Mundial desde que en 2004 abriera sede en España.
Este logro no hubiera sido posible sin el apoyo de la Asociación Valenciana de Empresarios y Bancaja, cuya implicación con esta iniciativa ha sido muestra de que las organizaciones cívicas y "el mundo de la empresa" tenemos intereses comunes. Es decir, con voluntad se pueden construir espacios en los que dialogar y alcanzar objetivos beneficiosos para todos: "revitalizar las empresas para construir una buena sociedad" y, por ende, una buena economía. Creo sinceramente que en esta línea de colaboración debería caminar nuestra sociedad, cada vez más compleja y con retos que necesitan de la colaboración de los diferentes ámbitos sociales.
El papel que hoy en día tienen las empresas para construir una buena sociedad es fundamental. Difícilmente puede uno imaginarse una sociedad sin empresas y, por tanto, una buena sociedad sin buenas empresas, sin empresas preocupadas y ocupadas por hacer bien las cosas desde una perspectiva ética. Esta actitud y acción decidida por gestionar las empresas éticamente debe ser, en mi opinión, una de las palancas necesarias no sólo para el desarrollo económico, sino también para el desarrollo social, ético y humano de nuestras sociedades.
Pero, si bien esto es importante, yo creo que hoy más que nunca, quizá por las circunstancias concretas que estamos viviendo, es imprescindible que la puesta en valor de la ética empresarial para afrontar los retos del futuro de la empresa se haga a través de un compromiso público.
Soy consciente que lo que transforma las realidades son nuestras acciones cotidianas, las que hacemos todos los días cuanto tomamos decisiones en nuestras empresas y como ciudadanos, pero creo que no es baladí destacar el hecho de que esta adhesión de empresas valencianas al Pacto Mundial se hiciera de forma pública.
La sociedad actual necesita sacar a la luz y poner encima de la mesa el compromiso individual y colectivo de ciudadanos y empresas con un comportamiento ético. En este sentido, actos como el de hace unos días en Valencia es fundamental para conseguir, como diría Adela Cortina, una sociedad y unas empresas más altas de moral, capaces de hacer de la ética un recurso que ayude a hacer a las empresas más rentables y a las sociedades más justas.
Estoy convencido que hacer bien las cosas desde una perspectiva ética debe ayudar a hacer a las empresas más rentables en el largo plazo, aunque soy consciente que esta frase puede llevar a algunas malinterpretaciones. Sin embargo, creo que es obligación de todos repetir una y otra vez que necesitamos empresas que vean en la ética una línea de mejora de su rentabilidad y, por supuesto, un mercado que reconozca a las empresas que apuestan por la ética y hacen de ella un elemento importante en su forma de entender y gestionar la empresa.
Roberto Ballester es Gerente de la Fundación ÉTNOR
http://www.pactomundial.org/

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